Ahora que por locas nos echan de los manicomios...

reset...

"Marea", Bajamar, 2016


A vivir
re-enséñanos
Vida

sin mañana que valga
con saña
de primavera

como viven
los niños
la osadía...

principio de certidumbre...

 "El vacío", El Sauzal, 2017


El vacío absoluto no existe,
dicen los físicos
doctorados
de la NASA.

Quizás
si, a ratitos,
estudiaran desolación...

del amar...


"Agua fresca del naciente, que te pierdes...", Garañona,  2017

La mar
la mar

la mar siempre
y yo orilla

puerta cuerpo
isla

como arena 
que se deshace...

paisaje...

"Nubes que pasan", La Garañona (El Sauzal), 2017.


Desde un sauzal casi extinto siento 
la mudanza del monte

la constancia
del cambio

el sándalo —verde— del barranco
que aún canta su nombre

percusión de la lluvia
mi corazón…



carne de identidad...


"Marinálida común", Almáciga, 2016. Foto de Joseba Barrenetxea



Si una fuera
infeliz como un pez

nadando por fuera del agua
con las escamas bien guardadas,

y usara
los trampolines
apenas como ascensores
o viera en la luna solo
una piedra blanca
en vez de almendras...

Si no llevara
una este corazón
de migas
extenso
como un pan con hambre

y supiera
enjaular el viento
inflando globos azules
para evitar los
pájaros...

Si no mantuviera
una bien abiertas las ramas
como el patio de los olivos

y dejara de hacer cosas raras
como rebuscar rosas por las guitarras
o perseguir regueros...

Si huyera una
siempre de los laberintos
como del miedo que parió a dios
y fuera condescendiente
-hasta los infiernos-

y perdiera
su carne
de identidad,

y usara sordina

¡¡¡Y NO GRITARA NUNCA!!!

Si no pudiera
una
ni ser
cabrera...


¿De qué demonias valdría?

útiles...

"Útiles", foto de Tomás Vera, 2017


Que fuera
hacha la palabra,
martillo, cincel, plomada.

Que fuera lupa, sonotone,
pico y pala, la palabra,
escoba.

Que fuera
cuchara la palabra,
camino, bastón, ventana.

Que fuera pincel,
que fuera escalera,
que fuera abrelatas...

Que sirviera
para algo
la palabra.




cultura...


"Menino", Cabo Verde (Isla de San Antonio), 2012


Aún recuerdo
— ¿o lo imagino?—
cuando éramos tan ligeros
que en una sola mano
cabían todos los números


y éramos
todo lo mismo
y el ombligo del redondo
mundo llano era
hermosamente como el nuestro
el nuestro incluso
simple


antes del blanco y negro
el macho y hembra
el arriba
abajo



mucho antes de que otra vez
en lo nuevo —sin darnos cuenta—
incrustaran lo viejo
en lo nuevo
lo viejo…